Himno patriótico, 1808
Fernando Sor
Transcripción para banda de Enrique Blasco
Como decíamos, la victoria de Bailén tuvo efectos inmediatos tanto para las tropas francesas, obligadas a abandonar posiciones fundamentales, como para la moral de los combatientes españoles. Fue el capitán d’Villoutreys el encargado de trasladar al Madrid tomado por los imperiales la noticia de fracaso de Dupont, de lo que fue informado el rey José, recién instalado en la corte, el 29 de julio, tardando tan sólo un día en abandonarla ante el avance del ejército de Castaños, siguiéndole el 31 con la retaguardia el mariscal Moncey. El gobierno intruso, acompañado de 60.000 soldados, se refugió en Miranda de Ebro y en Vitoria a la espera de recibir instrucciones y refuerzos desde Francia. El 1 de agosto, pues, Madrid se hallaba completamente liberado de tropas extranjeras, se logró reponer una parte del antiguo entramado institucional y se comenzó a organizar la defensa de la ciudad ante la más que segura reacción del emperador. El 13 de este mes entraba el general D. Pedro González Llamas con las tropas de Valencia y Murcia, y el 23 lo efectuaba Castaños por la puerta de Atocha con la división de Reserva del ejército de Andalucía, siendo recibido con el júbilo imaginable. Sin embargo, la contraofensiva llegó a los pocos meses: los destacamentos franceses, al mando del propio emperador, volverán a tomar Madrid a principios de diciembre de 1808 tras asolar toda la meseta norte con una ferocidad inusitada, de la que Goya ofreció los suficientes testimonios en su serie Los desastres de la Guerra.
Para solemnizar la entrada de Castaños en Madrid, el compositor Fernando Sor y el poeta Juan Bautista Arriaza idearon este Himno de la Victoria (titulado en un principio Himno a la Victoria de Bailén) del que nos han llegado versiones para banda militar, coro, piano y guitarra. Sor, nacido en Barcelona en 1778 y formado en la escolanía del Monasterio de Monserrat, fue precisamente un virtuoso guitarrista, además de un hábil compositor comprometido con los avatares de la España de 1808. Sin embargo, sus posteriores escarceos con el gobierno afrancesado le aconsejaron tomar el camino del exilio al finalizar la guerra, prosiguiendo su exitosa carrera musical en Francia, Inglaterra y Rusia. Falleció en París en 1839. Algunos fragmentos de este himno son expresivos del fervor con el que se acogió la primera gran victoria española contra los franceses:
“Venid, vencedores,
de la Patria honor,
recibid el premio
de tanto valor.
Tomad los laureles
que habéis merecido
los que os han rendido
Moncey y Dupont.
…
Toda la Francia junta
llorará este baldón.
Al son de la Carmañola
¡Muera Napoleón!”