Coplas de la batalla de los Arapiles

Canción patriótica, 1813

F. Garnier / M. Quijano

 

La toma de Ciudad Rodrigo y de Badajoz por Wellington en los primeros meses de 1812 significaba el inicio de la gran ofensiva de las tropas aliadas, que aseguraban así la frontera con Portugal. La campaña de Rusia promovida por Napoleón en junio de 1812 había motivado una disminución de 50.000 efectivos en el ejército imperial destacado en la península, circunstancia que sería aprovechada por los aliados para consolidar el avance hacia el interior de la meseta. La lucha, tanto la protagonizada por la guerrilla como por las fuerzas regulares, se intensifica en toda la geografía española. Salamanca cae el 27 de junio. La siguiente batalla decisiva tendrá lugar en las proximidades de esta ciudad, en los cerros Arapiles, el 22 de julio. En este escenario se enfrenta el ejército anglo-portugués de Wellington con el ejército francés del mariscal Marmont. Ambos tenían a su disposición unos 50.000 soldados y un equipamiento artillero similar, si bien la caballería aliada era superior. La derrota francesa fue contundente, la mayor que se recordaba desde Bailén, con bajas superiores a los 12.000 hombres, más del doble que las causadas a sus oponentes. Las consecuencias no se hicieron esperar: los invasores levantaron el sitio de Cádiz y el rey José, que acudía en auxilio de Marmont, tuvo que retroceder a Madrid, que abandonó por segunda vez el 10 de agosto. Una nueva ofensiva francesa en los meses finales del año volvería a dejar las cosas en la mitad norte casi como estaban antes, aunque no por mucho tiempo.

La batalla de los Arapiles fue, a lo largo de 1813, motivo de inspiración para dibujantes, músicos y dramaturgos. Estos últimos venían desarrollando ya un género, conocido como “teatro político”, que atraerá la atención de un público expectante ante los cambios que se estaban produciendo en el país. Se trataba de un teatro verdaderamente popular en su concepción y en su objetivo de atraer a las masas, a veces escrito por autores que permanecieron en el anonimato, a veces por nombres como el de Francisco Garnier González, a quien se atribuye, junto a Quijano, la comedia o drama en un acto titulada Batalla de los Arapiles y derrota de Marmont o el lord Wellington triunfante, estrenada en el Teatro del Príncipe de Madrid el 23 de julio de 1813. Posiblemente de esta obra escénica provengan estas conocidas Coplas de la batalla de los Arapiles, cuya letra muestra un claro deseo de ridiculizar y caricaturizar a un enemigo que se consideraba ya vencido:

 

Velintón en Arapiles

a Marmont y sus marciales,

para comer les dispuso

un buen pisto de tomate.

Y tanto les dio

que los fastidió,

y a contarlo fueron

a Napoleón.

¡Viva Velintón!

¡Viva, viva el lord Velintón!